martes, 30 de junio de 2009

PÁGINAS GARDELIANAS - ENTRE LOS MURMULLOS DEL “TUPÍ NAMBÁ”

Escribe Walter Ernesto Celina

Juan Carlos Patrón fue una figura polifacética de la cultura uruguaya. Abogado a los 23 años, catedrático de práctica forense y decano de la Facultad de Derecho, formó profesionales y escribió sobre educación. Autor de numerosas obras teatrales, “Procesado 1040” fue llevada al cine con la actuación de Narciso Ibáñez Menta y Walter Vidarte. Suyo es el argumento del primer film hablado de Uruguay, titulado “Soltero soy”, interpretado por Alberto Vila y Ramón Collazo.

Uno de sus reductos fue el “Palacio Vaccaro”, que antes de escalar el cielo del Barrio Goes, fuera casa chata y punto efervescente de trabajadores tranviarios y “melange” bohemia de cantantes, músicos, bailarines e infaltables aficionados al fútbol, naipes, copas y carreras de caballos.
Aquella noche cantaba Carlos Gardel en el Teatro Solís.
Una estrella iluminó el espacio autóctono y quedó encendida a peremnidad en el firmamento ciudadano.
¿Cómo “Murmullos” llegó a las manos de “El Mago”?

En la foto: Blixen Ramírez y Gardel


El Prof. Dr. Juan Carlos Patrón da un testimonio irrefutable y, a la vez, conmovedor:
“A reiterados pedidos de José Pedro Blixen Ramírez -el inolvidable crítico teatral que firmaba “Top” y “El amigo del avestruz” sus jugosas crónicas turfísticas- acepté acompañarlo una medianoche al Viejo “Tupí” a esperar que Gardel terminara su fin de fiesta en el Solís y cruzara a integrar la mesa, entre otros, con Perico Bernat, el Gordo Aubriot, el Ñato Pérez, Luis Viapín y el propio Bebón Blixen.
Cerca de la una de la madrugada apareció, como siempre, seguido por una manifestación de toda clase de ejemplares humanos. Lo asediaban a pedidos. La “manga”del pesito, que Gardel sacaba de cualquiera de los sesenta bolsillos que tenía a propósito, para cumplir con todos.
Otros pedían que concurriera a un club o a una institución social o, simplemente, a un rancho de la costa. O le estiraban un envoltorio arrollado, portador sin duda, de alguna producción musical. Y muchos sólo querían estrecharle la mano, abrazarlo, tocarlo, saludarlo.
Apenas divisó a Blixen Ramírez -concediéndole evidente prioridad-, se desprendió de la nube de moscas y se dirigió resueltamente a Bebón.
-Gardel -atropelló Blixen, sin siquiera darle las buenas noches porque el tiempo apremiaba- éste es el muchacho que le hablé que tiene este tang....
No concluyó la frase. Ahí no más lo atajó Carlitos y le dijo, tomando el ejemplar que le extendía Blixen:
-No siga Bebón... Aunque sea un mamarracho, se lo canto igual... He cantado tantos mamarrachos a pedido de buenos amigos...
Y se perdió entre la masa de admiradores que no lo dejaban, ni a sol ni a sombra.
Dos días después, cruzaba yo la Plaza Cagancha, cuando sentí que me llamaban a gritos:
-¡Patrón!... ¡Patrón!...
Era Blixen que, agitando las manos como aspas de molino, enteraba a dios y a todo el mundo:
-El mamarracho le gustó a Carlitos, que dice que “Murmullos” es una canción que le viene de medida; campera y triste, como a él le gustan, para poder interpretarla con sentimiento criollo.
Y así fue cómo quedó incorporado “Murmullos” -con música de un amigo que no olvido, Froilán Aguilar-, al repertorio gardeliano, y cómo conocí a Gardel, sin haber cambiado una sola palabra con el cantor del Río de la Plata, que cada vez escuchamos mejor.”
“Campera y triste, como a él le gustan” son los términos que Patrón recoge fielmente de la comunicación que le transmitiera el crítico de espectáculos ligado por amistad a “El Mago”.
En la adhesión a esta modalidad del canto, al hacer suya la letrística de los poetas uruguayos José Alonso y Trelles y Juan Carlos Patrón, se anudan varios elementos distintivos. La tradición criolla -nacida en los fogones artiguistas en que imperaba Bartolomé Hidalgo-, la psicología íntima del cantor -inseparable de sus vicisitudes y logros vitales- y, volcando su emoción hacia el pueblo platense, la asunción del dolor y la angustia íntima del hombre y los momentos en que exhala su felicidad.

Carlos Gardel se adentra en el criollismo rioplatense; aprehende la valentía, la frescura y la melancolía de la poesía gauchesca y la uruguayidad que en ella late.
Carlos Gardel es maestro y numen de esta síntesis. Expresa el bello momento de un pasado, que sólo reflorece en su voz.
Tal vez, por eso mismo, nos siguen llegando los murmullos de la noche en que se unieran el “Vaccaro”, multicolor y proletario, con el “Tupí Nambá”, henchido de artistas, políticos e intelectuales discutidores.


25.06.2009

PÁGINAS GARDELIANAS - “EL MAGO” ASUME LA POESÍA GAUCHESCA

Escribe Walter Ernesto Celina

Corresponde decir, de modo preliminar, que la poesía gauchesca rioplatense nace con los cielitos de Bartolomé Hidalgo (1788-1822), encendidos en los campamentos de José Artigas, en la Banda Oriental, para alentar la acción independentista. Se difunden por el canto individual y el contrapunto (payada). Hilario Ascasubí (1807-1875) y Estanislao del Campo 1834-1880) (argentinos) le dan nuevo vuelo. Las letras van de boca en boca, adquiriendo con José Hernández (1814-1886) la altísima expresión de las dos partes de su Martín Fierro, conocidas en 1872 y 1879.
Tienen gracia y dulzura y un hálito irrenunciable de coraje.

Una nueva psicología ha de impregnar esta poemática vernácula cuando el gallego-uruguayo José Alonso de Trelles, El Viejo Pancho (1857-1924), publica en 1915 Paja Brava, recopilación de versos gauchescos, por entonces reeditados una veintena de veces.
Carlos Gardel, no se sustrae al embrujo telúrico y arrastra la rica tradición de los pueblos de dos orillas. Les da vida con su voz.
Con música del montevideano Américo Chiriff graba, de Alonso y Trelles, “Insomnio”, “¡Hopa! ¡Hopa! Hopa!”, “¡Cómo todas!” y “Misterio”.

Y, del escritor y poeta uruguayo, Prof. Dr. Juan Carlos Patrón (y música de Froilán Aguilar, hermano de uno de los guitarristas de “El Mago”), perpetúa la pieza “Murmullos”, un tango imbricado en el estilo del Viejo Pancho.

Particularmente reveladora es la afinidad de Gardel con lo uruguayo. La forma en que toma la letra de Juan Carlos Patrón (1905-1979) y, cómo la adopta, es un hecho excepcional de la relación intérprete-autor. Infrecuente.
El hecho fue documentado, de manera precisa, por el intelectual y cientista del derecho que la prohijó. Esta historia será objeto de una contribución periodística inmediata. En tanto, vale recordar el canto gardeliano-oriental:


MURMULLOS
Letra: Juan Carlos Patrón Música: Froilán Aguilar

Cuando el ombú de la existencia

sacude el viento del recuerdo,

se llena el alma de "murmuyos"

que cuentan cosas del tiempo viejo.

En ocasiones, al oírlos,

el cielo claro de los ojos

queda "tapao" de cerrazón

y en otras veces, sin querer,

se va la mano pa’l facón.


"Murmuyos" que traen al alma

la tropa de los recuerdos,

pa’ llegar vienen al trote

pa’ "dirse" siempre son lerdos.

"Murmuyos", "murmuyos" son

que aprietan el corazón.


Y si les echo pa’ correrlos

a la perrada de los sueños,

esos "murmuyos", uno a uno,

me matan "tuitos" los pobres perros.

Sólo la caña los domina

y se los lleva al trote en ancas,

por eso siempre tiene sed

de caña, mi alma, pa’ apagar

la voz que llega del "pasao".

waltercelina1@hotmail.com - 23.06.2009

martes, 23 de junio de 2009

PÁGINAS GARDELIANAS - CUANDO SOLIÑO INTERDICTÓ A “EL MAGO”

Escribe Walter Ernesto Celina

Leyendo la selección de “Letras de Tango”, editada en 1997 por el ilustre José Gobello, tuve noticia que los uruguayos Víctor Soliño y Enrique Matos Rodríguez habían compuesto el tema “Mocosita” para la extraordinaria cantante Rosita Quiroga.
Con letra del primero y música del segundo, la pieza tanguística fue llevada al disco por la requirente para la casa “Víctor”, en 1926. El mismo año, Carlos Gardel lo hizo para la compañía “Odeón”, pero el disco no pudo circular comercialmente porque “Rosita reclamó y obtuvo la exclusividad”.

El episodio, en rigor fue así, como el maestro Gobello lo sintetiza en su historia.
Las grabación gardeliana quedó temporalmente interdictada.
Accediendo a una información que me proporcionara otra ilustre personalidad platense, el historiador Aníbal Barrios Pintos, encuentro un relato del propio Víctor Soliño, presentado en una página del diario “El Día”, de Montevideo (24.06.1975).
¿Qué dice el autor de “Mocosita” ?
Antes de entrar en materia, una digresión.
Dicha letra no es, a mi modo de ver, una composición de poesía popular que esté a la altura de otras excelentes, interpretadas en la época por “El Zorzal” y otros artistas.
Con sus variantes, el catálogo del año 1926 exhibe: “Amurado”, “Anoche a las 2”, “Bajo Belgrano”, “Aquella cantina de la ribera”, “Caferata”, “Caminito”, “El ciruja”, “Garabita”, “Ladrillo”, “La gayola”, “La he visto con otro”, “Mandria”, “Marcheta”, “Noches del Colón”, “No te engañes corazón”, “Sonsa”, “Oro muerto”, “Pan comido”, “Puente Alsina”, “Pobre corazón mío”, “¡Qué va cha ché!”, “Tiempos viejos”, “Te doy lo que tengo”…
“Mocosita” es un drama sentimentaloide. Pero tuvo su hora. La Quiroga, como Gardel, sabían vestir y realzar lo que ofrecían a sus auditorios.
Cuando la Asociación General de Autores del Uruguay (AGADU) -al promediar el año 1975- distinguió a Don Víctor Soliño con una medalla por su aporte al repertorio gardeliano, el compositor relató la índole del compromiso autoral asumido conjuntamente con Matos Rodríguez, insigne creador de “La Cumparsita”.
-Con Gerardo nosotros estábamos comprometidos con Rosita Quiroga en el sentido que nadie más cantara lo que escribíamos para ella. Nos había puesto esa condición pues quería tener un repertorio propio, personal y único.
En aquella época
-continúa Víctor Soliño-, el autor debía autorizar al intérprete. ¡¿Y quién se iba a negar a que Gardel interpretara algo de uno?! Por eso, él grababa cualquier cosa que le gustara y, después, se cumplía con la formalidad de la autorización.
El periodista que mantiene el diálogo con el compositor uruguayo le pregunta:
-¿Y cómo se planteó el problema?
Responde Soliño:
-En 1926 él nos grabó “Mocosita” sin nuestro consentimiento.
Cuando ya estaban los discos por salir a la venta, vino una noche a vernos Perico Bernat, que era el representante de Gardel en Montevideo y nos pidió autorización.
Y agrega Don Víctor:
-Mirá Perico, yo no no te la puedo dar porque tenemos palabra con Rosita Quiroga que únicamente ella canta lo que le mandamos.
Y él me contestó: “¿Pero vos estás loco…le van a negar el permiso a Gardel? ¡Se cierran las puertas para siempre!”
Y bueno, se lo tuvimos que negar, nomás… y la matriz del disco estuvo guardada como 50 años, hasta que caducaron nuestros derechos.

Inquiere el periodista de “El Día”:
-¿Se disgustó mucho Gardel con ustedes?
Concluye el letrista de “Mocosita” :
-Y yo creo que bastante, porque desde entonces no volvió a grabarnos ningún título. Es una lástima porque él hubiera dado magnífico (realce) a tangos como “Garufa” o “Niño bien”.
El entrevistador propone:
-Pero la versión de “Mocosita” es de antología…
Víctor Soliño le responde:
-Bueno, sí; está bien; pero las guitarras…
Pudieron dar más aquellos músicos.
Carlos Gardel, como siempre, inobjetable.

MOCOSITA
Letra. Víctor Soliño – Música: Gerardo Matos Rodríguez
(Fragmentos)
Vencido, con el alma amargada,/ sin esperanzas, saciado de la vida,/ solloza en su bulín/ el pobre payador/ sin hallar un consuelo a su dolor.
Colgada de un clavo la guitarra…/ en un rincón la tiene abandonada…/ De sus amigos/ ya no le importa nada…Tirado en la catrera no hace más que llorar.
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Dormía tranquilo el conventillo,/ nada turbaba el silencio de la noche/ cuando se oyó sonar/ allá en la oscuridad/ el disparo de una bala fatal.
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15.06.2009